martes, octubre 03, 2006

Alex desde el techo


Que momentos son aquellos en los cuales te sientes en tu ambiente
rodeados de ¡gente!, que su sensibilidad se percibe por aquella locura.
Desde lo mas alto de la plaza siento mi nombre con voz dulce y delicada
Me introduzco en una casa muy grande, la visión me hace llenar de emociones
el lugar tiene la mística de cualquier casa vieja, pero empapada de arte
un laberinto de escaleras rodeaba el lugar, camino por ellas con precaución
los pisos cada vez mas frágiles productos de los años que han pasado,
frente a mi aparece una galería de muy pobre infraestructura,
pero la gente que lo rodea se les nota sus caras llenas de felicidad.
Sigo subiendo aquellas escaleras sin saber el destino
el olor a humedad y vejestud llenan mi cuerpo,
la vista cada vez mas gozosa,
los óleos y esculturas me ponen los pelos de punta, así llego a la terraza
en lo mas alto del techo, una mesa con alfombra roja,
en ella dos conchas de locos repletos de colillas de cigarros,
un acordeón y un pandero, un poeta loco escondiendo su estrabismo
tras sus anteojos con poto de botellas y una cantante muy querida
ensayando sus líricas de cuecas.
al observar los alrededores se ven
atriles sosteniendo rocas, maderas sueltas de muchos años y
personajes ornamentan los marcos de ventanales sin vidrios con barnices
al otro extremo puedes ver la ciudad esta tranquila y opacada
pero no lo suficiente para opacar aquel momento.
La conversación comienza después de compartir un pito
el poeta suelta sus líricas con gran placer, convencido de ser el mejor
En esos momentos aparecen personajes extraños al lugar
adornados con lujoso ternos, zapatos bien lustrados y
cigarrillos finos notorios por su perfume,
para que hablar de las mujeres que les acompañaban
la típica cuiquita de la tele con sus lente muy fashion
con la papa dentro de la boca y votas muy finas
en instantes comienza a sonar el acordeón con notas menores
acompañado de golpes ritmicos del pandero que dan el cosmos en seis octavos,
decorados de densa poesía que salen de esa boca seca de nicotina y thc.
así pasan las horas los personajes no deseados son reemplazados
por gente de overol con sus manos llenas de arcilla o pintura,
aparecen las guitarras y con ello otro pito
comienza a tomar fuerza el arte y en cosa de segundo suena una cueca
de puerto contando la historia de una bella negra que era trafica de coca.
llega la hora de la despedida sin tener ninguna manifestación de ganas
de retirarme, lo que pude sentir en esas horas fue maravilloso
sin dejar de lado las gotas de frustración que humedecienron mi ser por unos momentos
me despido y bajo el laberinto de escaleras, hecho una meaita y vuelvo a mi realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanto el final. "Echo una meaita y me voy", fiel retrato de ti. Es tan cotidiano y ligero, como decir, echo una cagaita, me lavo los dientes y me voy a trabajar. jajaja, es tan cotidiano. Eso es lo principal en lo que uno escribe. Te felicito gusano, me alegro de que estes escribien cada dia mas. No puedo dejar de decir que tambien las historias que cuentas, no obstante algunos detalles, son unos platos deliciosos. Te recomiendo amigo, que sigas escribiendo. No te canses de hacerlo.

Un abrazo,
pape